descubre los últimos avances científic0s...
Claudia Barba. Históricamente, en la ciencia nunca ha habido hueco para las mujeres; no se las consideraba capacitadas para desempeñar trabajos que estuvieran relacionados con este área.
Recientemente, un artículo afirmaba algo así: ‘’Por término medio, los hombres realizan mejor que las mujeres determinadas tareas espaciales. Son mejores que ellas en las pruebas de razonamiento matemático’’ Y también: ‘’Las mujeres tienden a superar a los hombres en velocidad perceptiva, cuando se trata de identificar rápidamente objetos emparejados. Poseen mayor fluidez verbal. Les ganan también en cálculo aritmético y en recordar los detalles singulares de una ruta. Además, son más rápidas en ciertas tareas manuales de precisión.’’ Aun dudando de la certeza de tales afirmaciones, supongamos que son correctas: ¿sirven para entender la disposición de hombres y mujeres respecto a la actividad científica? No. Se sabe que los procesos de construcción y creatividad científica no responden a ningún patrón. Al repasar la historia de la ciencia y notar la ausencia de grandes figuras femeninas en ella, podemos pensar que de verdad existe una predisposición genética que de verdad hace que las mujeres sean menos adecuadas biológicamente hablando para ello; pero la realidad no es así: la causa es la marginación que casi hasta comienzos del siglo XX sufrieron las mujeres en lo que se refiere al acceso a la educación superior. Por ejemplo, en Inglaterra, hasta mediados del XIX no comenzó a considerarse seriamente la cuestión del acceso de las mujeres a la educación secundaria, ya no universitaria. Fue entonces cuando se fundaron colegios dedicados expresamente a la educación secundaria de mujeres. Después de la educación secundaria, obtener un título universitario era realmente difícil, principalmente porque ni siquiera la universidad creía capacitadas a las mujeres como para ser admitidas a candidatas de los títulos que otorgaban, tal y como informó la universidad de Londres a Jessie Meriton cuando esta última se dirigió a la institución para preguntar si podía ser candidata para un Diploma en Medicina, todo esto en 1856 Hubo que esperar hasta 1878 para que el University College de Londres se conviertiera en el primer centro universitario co-educacional de la nación, aunque no de manera completa, pues la Facultad de Medicina se negó a admitir mujeres hasta 1917 En Francia, aunque no estaban excluidas ni de la educación superior ni de las profesiones – con la excepción de la abogacía, vetada hasta 1899- era difícil que fueran admitidas en la universidad. Hasta 1905, la forma para acceder a una carrera era obtener un permiso especial y exclusivo concedido por el Ministerio de Instrucción Pública. Y por último, en nuestro país, la situación era un tanto curiosa ya que, ante la ausencia de mujeres en las aulas universitarias y que parecía que estas no tenían ninguna intención de adentrarse en ellas, la legislación no contemplaba la posibilidad o prohibición de admisión. Fue en 1888, cuando ya 10 mujeres habían cursado estudios universitarios, el momento en que se estableció la obligatoriedad de pedir un permiso para poder matricularse oficialmente. Para poder hacerlo de forma libre, sin tener que consultar a la autoridad, hubo que esperar hasta 1910. Y aún así las tareas de investigación estaban vetadas para ellas… Como dato último, en España la primera catedrática universitaria fue Emilia Pardo Bazán, y lo fue con el voto en contra del claustro de la Universidad Central de Madrid. Y esto en 1916, ¡tan sólo hace 100 años!
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
AutorDIRECCIÓN: Archivos
Octubre 2018
|