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HASTA PRONTO STEPHEN Mario de la Fuente El pasado 14 de marzo de 2018 nos dejaba el gran Stephen Hawking, conocido cosmólogo y físico teórico británico que nos descubrió y acercó el origen del universo y los agujeros negros.
En algunas ocasiones la suerte o azar dan lugar a hechos maravillosos. Stephen Hawking lo experimentó de primera mano a la hora de llegar al mundo. Él nació el 8 de enero de 1948, como Galileo Galilei 300 años antes. Ese mismo azar ha querido que su muerte coincida con el día del nacimiento del genio Albert Einstein, al que complementó en su trabajo de la relatividad general; y con el día internacional del número pi. Todo coincidencias para un hombre que vivió una vida llena de incidencias poco comunes. Poco prometedor a juzgar por sus resultados escolares, acudió a la Universidad de Oxford a estudiar física. Descontento con dicha Universidad, se trasladó a Cambridge para sus primeras investigaciones en torno a la cosmología y relatividad general. Sin embargo, su historiapersonal se truncó a los 21 años, al descubrir que su vida era tan prometedora… como corta. Los médicos detectaron que padecía de la hoy conocida como ELA (Esclerósis lateral Amiotrófica) y le dieron una esperanza de vida de, a lo sumo, 2 años. Fue especial hasta en ese aspecto: vivió 55 años más de lo que los médicos preveían. No obstante, no se libró de los miles de males de la enfermedad: debilidad muscular general hasta la parálisis, incapacidad de hablar, imposibilidad para la deglución, bloqueo de la función respiratoria… Cuando supo lo que le esperaba estuvo meses encerrado en su habitación bebiendo y escuchando al compositor clásico Wagner, pero su novia y futura mujer Jane Wilde supo cómo hacerle ver lo positivo de la vida. Al final de sus días sentenció “recuerda mirar al cielo y no a tus pies. Por muy difícil que parezca, siempre hay algo que puedes hacer y en lo que tendrás éxito”. Y Hawking no paró ni dejó que nada le parará en su camino. Usó la tecnología en su beneficio para salvar los obstáculos que le iba planteando la vida: silla de ruedas, sintetizador de voz, traqueotomía… y asombró a todo el mundo por una fuerza de voluntad inusitada. Entre tantas dificultades, fue capaz de legarnos avances claves en el ámbito científico. El todo conocido Big Bang fue el resultado de un estudio conjunto con Roger Penrose en 1970. Combinando la teoría de la relatividad de Einstein y los modelos cosmológicos de Friedmann, concluyeron que todo lo que conocemos como Universo fue en un principio una bola de masa y energía casi infinita. Posteriormente, plantearía que esa bola no era tal, sino una confluencia de espacio-tiempo. A partir de esta nueva hipótesis, descubrió que había ciertas singularidades que daban lugar a infinitos en las ecuaciones de la relatividad general, probando así la existencia de los agujeros negros: regiones de espacio con una gravedad extrema que hace que nada escape, ni la luz. Pero como siempre, en toda norma existe una excepción: determinados tipos de radiación escapan a los agujeros negros, llamados radiación de Hawking en honor a su descubridor.Su afán por divulgar su conocimiento le llevó a escribir y publicar el afamado libro “Breve Historia del Tiempo” en 1988, el cual se ha convertido en obra de lectura obligada para físicos y apasionados por la ciencia. Tan sonados fueron sus logros que eclipsaron aquellos momentos en los que el genio erró. Como cuando apostó con un amigo en contra de sus propios postulados en cuanto a los agujeros negros a cambió de una suscripción anual a la revista erótica Penthouse. O cuando negó la existencia del bosón de Higgs y después rectificó su error. Quizá la más llamativa fue la ocasión en la que organizó una fiesta y mandó las entradas al día siguiente, probando la inexistencia de viajeros del tiempo. Como el diría alguna vez: “No se puede viajar en el tiempo porque no estamos invadidos por una legión de turistas del futuro”. Stephen pasará a la historia por sus logros como el descubridor del Big Bang, los agujeros negros y la Radiación de Hawking; pero por encima de ello pasará a la memoria de la gente como un hombre pragmático, luchador y soñador. Supo soñar más allá de sus dificultades, más allá del propio Universo para explicarnos el origen de todo. Supo ganarse a los que le escuchaban con una capacidad de síntesis única y un humor sublime. No tenía miedo a morir, pero tampoco tenía prisa por ello. “Tengo muchas cosas que hacer antes” decía. Stephen, puede que ya no nos deleites con tus explicaciones reveladoras, pero al menos estarás disfrutando allí arriba en tu amado Universo. Gracias por no dejar de luchar nunca y recuerda… nos vemos en las estrellas.
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Autor·Moisés Fernández Archivos
Mayo 2018
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