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Moisés Fernández En el 1732 nace George Washington, comandante y primer presidente de los Estados Unidos. Nació en Virginia (EE.UU.). Sus padres fueron Augustine Washington y Mary Washington.
En 1752 ingresó en la milicia y en 1754 combatió contra los franceses en Ohio. Elegido diputado por la Asamblea de Virginia en 1758, se convirtió en símbolo de la lucha contra la dominación británica. Como jefe de la milicia de Virginia obligó a los franceses a retirarse de Fort Duquesne. En 1776 se reincorporó al servicio activo al tomar Boston. A este hecho le siguió la declaración de la independencia. En 1789 ocupó la presidencia de la convención de Filadelfia, encargada de elaborar la Constitución de Estados Unidos. En el mismo año fue elevado a la presidencia de la Unión. Siguió una política de estabilización internacional a través de acuerdos con Francia y España, e incluso con Gran Bretaña, lo que no fue bien visto. Organizó la economía, secundado por Jefferson y Hamilton, e incentivó la marcha hacia el Oeste. En 1796 renunció a una tercera reelección y se retiró a Mont Vermon hasta 1798, cuando aceptó el mando del ejército ante la posibilidad de una guerra con Francia. Murió el 14 de diciembre de 1799.
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Mario de la Fuente En el lejano año 1836, en el seno de una familia sevillana acomodada, nacía tal día como hoy, un 17 de febrero, el poeta español Gustavo Adolfo Bécquer. Sin embargo, la elevada posición social no le libró de su grave infortunio, pues a la edad de nueve años, casi sin saber qué sucedía, había quedado huérfano de padre y madre. El destino quiso que fuese su madrina la que lo acogiese, pero ni el alto nivel social ni la estabilidad económica que le ofrecía pudieron convencer a un joven Bécquer de 17 años que ansiaba establecerse en Madrid para ganarse la vida a través de su don para las letras.
Bien es sabido lo arduo que puede resultarle a un literato el ganar lo necesario para subsistir, por muy buenas que sean sus obras. Al contrario de la fortuna y el éxito que esperaba encontrar, Gustavo Adolfo Bécquer solo halló miseria y escasez en todos los sentidos de la palabra. Entonces, contemplando la dificultad que entrañaba la vida del poeta, tuvo que entrar a servir como escribiente en la Dirección de Bienes Nacionales, de la que fue cesado por retratar las figuras de Shakespeare. De esta manera, la vida obligó a Gustavo a retomar su actividad como literato, la cual combinó con la pintura al fresco durante un tiempo. Sin embargo, a partir de la llegada en 1862 de su hermano Valeriano, pintor sevillano célebre aunque humilde, los Bécquer lograron remontar el vuelo y obtuvieron una modesta estabilidad. Desde este momento, Bécquer pudo dedicarse de manera más desahogada a su vocación. No obstante, Valeriano dejó este mundo de repente y sin previo aviso en el año 1870, lo que afectó severamente a Gustavo Adolfo Bécquer, el cual enfermó de pulmonía inesperadamente y sin explicación aparente. La pulmonía se convirtió en una hepatitis y esta derivó en una severa pericarditis que puso, el 22 de diciembre de 1870, punto y final a la vida del autor. Su legado literario se resume en las “Rimas”, las cuales han perdurado por la melancolía que transmiten sus versos. En cuanto al género de la leyenda, destacan la conocida “Maese Pérez el Organista”, “Los Ojos Verdes” o “La Rosa de Pasión”; a las que se les añaden ensayos como “La mujer de piedra” o “El aderezo de Esmeraldas”. Además, escribió descripciones, de las que destacan “La Basílica de Santa Leocadia”; y compuso obras dentro del costumbrismo como “Los Dos Compadres”. Su obra rebosa expresividad por los cuatro costados, y es que, ¿quién no ha oído alguna vez sus famosos versos: Volverán las oscuras golondrinas, en tu balcón sus nidos a colgar? Moisés Fernández. El pasado 20 de enero se conmemoró el tricentenario del nacimiento de Carlos III. Este hecho sucedió el 20 de enero de 1716 de madrugada.
Carlos III tuvo un papel muy destacado ya que fue un monarca ilustrado, el reformista, y es conocido como: “el mejor alcalde de Madrid”. Fue el tercer hijo varón de Felipe V, pero al final, el destino decidió que él fuera el rey de España. Destacó su carácter de hombre tranquilo y de personalidad equilibrada que proyectó en el reino. “En su corte reunió a moderados y a radicales, a tradicionalistas y reformistas, concilió a la gran aristocracia”. Este reinado, en pleno desarrollo de la Ilustración es uno de los más típicos exponentes de esta corriente ideológica. Sus reformas fueron dirigidas hacia el reparto de tierras comunales, división de latifundios, recortes de privilegios de la Mesta, protección de la industria privada, liberación del comercio y de las aduanas... Consiguió tres grandes objetivos, que volvieron a poner a España entre las primeras potencias europeas de aquel momento: la paz en el Mediterráneo para garantizar el comercio español en estas aguas, neutralizar a Gran Bretaña en las colonias americanas y recuperar Menorca y Gibraltar de manos de los ingleses. Conseguiría recuperar la primera plaza, pero no así la segunda que sigue siendo colonia británica. Murió en diciembre de 1788, sucediéndole en el trono su hijo Carlos IV. Moisés Fernández. Un 15 de febrero, hace 452 años, exactamente, en 1564, nació el físico y astrónomo italiano, Galileo Galilei, conocido por: defender la teoría heliocéntrica, desarrollar el telescopio y descubrir los cuatro principales satélites de Júpiter.
Nació en la ciudad de Pisa (Italia), en el seno de una familia de comerciantes. Su padre quería que estudiara medicina; sin embargo, su poca tolerancia hacia la autoridad, la ignorancia y la falta de espíritu de sus profesores, le condujo a abandonar la universidad a los 21 años y a centrarse en su verdadera afición: la física. Un nuevo descubrimiento holandés le cambió su vida para siempre: el monocular. Gracias a las aplicaciones de ese novedoso y desconocido invento, Galileo construyó su propio telescopio, superando en poco tiempo la resolución del instrumento original. El éxito de sus telescopios no solo le dio fama por toda Europa y un puesto vitalicio en la Universidad de Padua, sino que, gracias a ellos, comenzó a observar los astros y aglutinar pruebas que acabarían apoyando la teoría heliocéntrica. Galileo hizo públicos sus resultados, aun sabiendo que contradecir la teoría geocéntrica podría llevarle ante la Inquisición. Y así fue. Poco antes de morir tuvo que retractarse y negar la verdad para no acabar quemado en la hoguera. En voz baja, justo después de retractarse, murmuró la famosa frase: “Eppur si muove” (“y sin embargo, se mueve“). Murió el 8 de enero de 1642. |
Autor·Moisés Fernández Archivos
Mayo 2018
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