ideas y pensamientos personales...
María Castrillo. Cuando tenemos una discusión muy fuerte con alguien a veces que se nos va la fuerza por la boca. No pensamos lo que decimos y ésto muchas veces puede llegar a hacer más daño que la discusión en sí misma.
Lo único que pensamos es en quedar por encima del otro para hacerle ver que él tiene la culpa, cuando quizás el verdadero problema lo hemos causado nosotros mismos. Es en ese momento en el que empezamos a decir cosas que no debemos, cosas que esa persona nos dijo cuando no estábamos enfrentados. Quizás en ese momento de ira solo queremos soltar toda la rabia que tenemos acumulada, como si decir éso en voz alta nos funcionara como una medicina que nos cura la ira. En estos casos, o por lo menos en el momento en el que explotamos y decimos todo, no nos damos cuenta de que, lo más seguro, es que a esa persona le duela lo que decimos. Lo único que queremos hacer es darle un "escarmiento" o un "aviso" para demostrarle de alguna manera que no es bueno enfadarse con nosotros. Pero lo que no pensamos realmente hasta que nos calmamos y reflexionamos es que esa persona también sabe cosas nuestras; cosas que puede decir al igual que podemos hacer nosotros y que, quizás, los que peor salimos de esta discusión podemos ser nosotros mismos. Desde mi punto de vista, Shakespeare es lo que nos quería enseñar. Debemos tener cuidado con lo que le decimos a la gente, porque esas personas también pueden decir cosas que no nos agraden a nosotros. En ese caso, nos quemaríamos por una hoguera que encendimos contra nuestro vecino.
0 Comentarios
|
Autores·Padre Benicio Archivos
Mayo 2018
|