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REFRANES María Martín
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POR UNA EBAU JUSTA. Eva Álvarez “Preguntas más complejas, más temario y menos opciones de respuesta hacen de la Selectividad de la región una de las más exigentes”
Al grito de “Ni menos ni más, queremos igualdad” más de 2.500 estudiantes de Castilla y León se manifestaron el viernes 23/03/2018 por las calles de Valladolid para exigir una prueba de acceso a la universidad (EBAU) única para toda España. Y es que los alumnos de Castilla y León nos sentimos perjudicados y discriminados ya que con el sistema actual, cada comunidad tiene un examen diferente. En el informe PISA (una evaluación similar en toda España) las mejores notas las obtiene Castilla y León, pero en la Selectividad, las calificaciones son más bajas que en otras comunidades. Todo esto ocurre porque nuestros exámenes son los más difíciles de España, por lo que a la hora de acceder a una titulación universitaria con una nota de corte alta, es más complicado, teniendo en cuenta que existe un distrito único. Por todo esto muchos estudiantes terminan marchándose a otros Comunidades donde las notas de corte son más bajas, con el gasto que esto supone para las familias. Tanto profesores, alumnos, sindicatos, padres y partidos políticos coinciden en que, aunque en la mayoría de las materias los exámenes son más exigentes, donde más diferencia hay es en la asignatura de Historia de España, una prueba obligatoria para todos los alumnos independientemente de la rama que hayan estudiado y a la que quieran dedicarse en el futuro. Castilla y León ha decidido para este año, por la presión del profesorado, reducir los estándares de aprendizaje a 67 preferentes, respecto a los 97 que planteó el año pasado. Sin embargo, hay autonomías que reducen mucho más: Cantabria los deja en 27 y Extremadura, en 30. Por estos motivos es por lo que se pide una EBAU única, para acabar con la desigualdad y tener todos los estudiantes las mismas oportunidades. Sergio Ramírez Lucía Martín El primer escritor centroamericano en ganar el Premio Cervantes ha vivido acontecimientos que parecía que iban a cambiar el mundo. Este nicaragüense de 75 años ha vivido una revolución, una guerra civil, ser vicepresidente, candidato a presidente...
Días antes de recibir el Premio Cervantes, Sergio Ramírez abre las puertas de su casa de Managua para concederr una entrevista. En esta entrevista nos dice que espera que su país vuelva al mapa literario, ya que Nicaragua será durante este año el país del Premio Cervantes, aun así no cree que sea suficiente porque es una nación olvidada que tuvo sus 15 minutos de gloria. En su última novela, Ya nadie llora por mí, podemos ver un retrato cínico de la Nicaragua de hoy; ese cinismo nos lo pone el Doctor Morales, que es el protagonista y su “alter ego”. Morales investiga a un hombre muy poderoso acusado de violar a su hijastra, una clara referencia de lo que pasó entre Ortega y la hija de su esposa. Esta relación la desmiente totalmente Ramírez, diciendo que: “El personaje no es Ortega, está caracterizado de manera muy concreta…” Además, nos habló de qué le parecía que Ortega, acusado de violación, haya sido elegido presidente tres veces seguidas; las violaciones y los abusos sexuales mediante el uso del poder en América Latina se han convertido en el pan de cada día. Apartando ese tema, nos cuenta que cuando reciba el Premio, hablará de Cervantes y de Rubén Darío, la gran figura nacional, de quien recitan muchos versos. Recitar a Rubén Darío era un deber patriótico, incluso había concursos de declamación solo de él. Su virtud es la música, el ritmo que te lleva a memorizarlo con facilidad. Los autores que lo empujaron fueron, en primer lugar, Los condenados de Fanon; pero quien de verdad lo sedujo fue Antonio Gramsci con Cuadernos de la cárcel, debido a su pensamiento que vinculaba cultura y marxismo. También nos habla de su infancia, de su padre alcalde de su pueblo y el dolor que este sufrió al ser destituido; de su etapa siendo vicepresidente de Daniel Ortega en plena guerra civil, con un enemigo financiado por Estados Unidos. En su obra En Adiós muchachos, su crónica-memoria de la Revolución pregunta si valió la pena, y claro que valió ya que derrotaron a Somoza. Nada más intenso se pudo vivir el 19 de julio de 1979, será para todos una impresión imborrable. En otra de sus obras Ya nadie llora por mí, un sandinista dice en la Managua de hoy: “En esta Revolución hacemos reales para que nos respeten y respeten al Partido”. Una tesis de la nueva burguesía nacional, que corresponde a la “boliburguesía” venezolana: “El proyecto revolucionario no se defiende sin dinero. Un partido pobre y unos partidos pobres no pueden hacer frente a la burguesía”. Los empresarios de Nicaragua se muestran contetos con Ortega, ya que cogobiernan para crear las leyes económicas y financieras. ¿Cómo consiguieron muchos lidiar con la decepción de la Revolución? Básicamente como uno puede ya que en Nicaragua la gente no tiene reales para ir al psicólogo. Como el inspector Morales, por ejemplo, recurre al humor negro, algo muy terapéutico, aunque teñido de amargura.Nicaragua está llena de desengañados solitarios como él. |
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