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LA FIEBRE DEL ESTILO YETI Los primeros osados a la hora de presentar una colección de mules con pieles o furry shoes fueron los creadores de Gucci hace tres años, cuando a su mocasín de cuero le quitaron el talón y le añadieron una plantilla de pelo. La idea de estos zapatos ni era práctica ni resultaba favorecedora por lo que se convirtió en un complemento perfecto para aquellos necesitados de llamar la atención. Ahora han sido marcas como Alexander McQueen las que, siguiendo la estela, han retomado las Birkenstock para exagerar ya de por si su aire troglodita. Céline y Prada han ofrecido propuestas en las que el talón o la plataforma está recubierto de pieles, original, pero poco higiénico. Estilistas de programas de televisión de dudoso gusto, decoradores novatos en busca de notoriedad y algún que otro relaciones públicas fueron las primeras víctimas en caer en la “trampa” del mocasín peludo de Gucci.
Analizando la idea en sí, se encuentra una incongruencia adicional que convierte esta tendencia en un invento no muy coherente: si se usan sandalias es porque hace calor y por tanto sobra el borreguito, y si se lleva el borreguito es porque no es época de sandalias. Al fin y al cabo se trata de un negocio y una forma de expresión libre; habrá que preguntarse quién llevará las sandalias peludas este invierno. Muchas influencers ( o chicas de moda) ya llevan este calzado. Mientras tanto los furry shoes tendrán que esperar su turno para convertirse en producto de masas.
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Autor·Claudia Barba Archivos
Octubre 2018
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