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Iván Sampedro El Bala ganó tal y como se esperaba de él a sus 38 años en un mundial apasionante, se lo merecía de verdad. Todo empezó a 93 km de meta cuando el eslovaco Peter Sagan se descolgó y puso fin a su trilogía de arcoíris; bastante que se presentó a defender su maillot. Las hostilidades llegaron con un ataque del belga Van Avermaet a 50 km de meta, más tarde se quedarían favoritos como Simon Yates, Zakarin y Poels.
A partir de ahí las hostilidades no pararían, todas las grandes selecciones entraban en juego menos Francia que se guardaba un poquito más, así se descolgaron Enric Mas, Vincenzo Nibali, muchos holandeses y Gallopin…llegaron al infierno, el muro final, y los franceses metieron miedo con Pinot Bardet y Alapilliphe haciendo un corte con Valverde, Woods, Moscon y Valgren que llegaba con ventaja al muro final. Ahí comenzó el declive de Francia con Pinot cediendo por tirar del grupo y, Alapilliphe, no teniendo más gas, descolgado. Luego, ante el empuje, Moscon sufrió y se quedaban solos tres Bardet, Valverde y Woods para las medallas, Valverde lo acariciaba…, apareció pasando a Moscon por atrás Dumolin como una exhalación retorciéndose como nunca por el muro con los 53 km de la contrarreloj, impresionante el holandés que llegó en el llano para jugarse las medallas, pero más tarde pagaría ese esfuerzo… Llegó el momento del esprint y la tostada se la dejaron a Valverde, que con portentoso esprint controló su distancia (300m) y ganado su ansiado oro con bastante autoridad. Bardet, por detrás, segundo con la decepción de Francia, que era la favorita, sobre todo Alapilliphe, tercero un sorprendente Woods y cuarto un desfondado Dumolin. Grande, Valverde, que supo administrase para conseguir la última espinita clavada en su carrera, rompiendo a llorar en meta, decía que con esta victoria se podría a retirar tranquilo, ahora a reposar para las clásicas de fin de año.
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Autor
·Norberto Anero Archivos
Octubre 2018
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Foto utilizada con licencia Creative Commons de Marianne Bevis